lunes, 13 de febrero de 2012

Buenos días.

Es temprano; todavía no ha amanecido completamente. Abres los ojos, vuelves a nacer otro día más. Recuperas la conciencia después de horas durmiendo. Piensas "él"; repites ese pensamiento: "él, simplemente él". Te da pereza levantarte, es más, miras a tu izquierda y deseas que él estuviera ahí. Te levantas y te preguntas qué te depara el día de hoy; ¿Serán cosas buenas o malas? Prefieres, obviamente que sean buenas, pero realmente te da un poco de igual porque con él todo lo malo se convierte en bueno y lo bueno se vuelve mejor. Que mas da lo que te pase si él está ahí.
[...]
Es temprano; suena el despertador. Lo apagas. Abres los ojos, vuelves a nacer otro día más. Recuperas la conciencia después de horas durmiendo. Miras a la izquierda; ahí está él y de repente notas como se acelera tu corazón, como se te dilatan las pupilas, como se te seca la garganta. Notas su calor, su mirada fijada en tu pelo, en tus labios, en tus ojos. Inmediatamente piensas "Hoy ya es un día perfecto".

No hay comentarios:

Publicar un comentario