Puertas

En la vida existen momentos de todo tipo: alegres, tristes, tranquilos, ajetreados, dolorosos, placenteros, etc. Pero creo que hay uno que es de los más dolorosos del mundo. El momento en el que tienes que cerrar una puerta para no abrirla nunca más. 
LLega ese momento, en el que sabes que tienes que hacerlo, en el que tu corazón te dice que no y tu cabeza te dice que sí. Esa intensa lucha entre sentimientos y razón, entre el querer y el poder. Y cuando llega, es imposible darle la espalda, tienes que hacerlo.
Es duro cerrar una puerta que has tenido mucho tiempo abierta, es como cerrar una parte de ti, como renunciar a tu pasado, pero a veces, simplemente debemos hacerlo. Y por mucho que cierres la puerta, ésta no desaparece, sigue ahí, cerrada, pero ahí.
¿Qué pasa si tu pasado llama a esa puerta? 
Hay puertas que, una vez cerradas, no deberían volver a abrirse...nunca.

Cosas

De las cosas que he vivido he sacado conclusiones, algunas precipitadas, otras acertadas, pero siempre mías. He salido a la calle a vivir, a soñar y a aprender.

De las cosas que he aprendido me quedo con las personas que me las han enseñado, con sus historias y sus melancolías. He visto sueños rotos e ilusiones cumplidas, he soñado con volar y sentir el aire en mi pelo.

De las cosas que he pensado, algunas me han sacado de mis casillas, otras me han llevado a la vida, al amor y a la música. Mi mente ha traspasado la barrera de lo inimaginable para seguir creciendo.

De las cosas que me han dicho, he hecho mías las más importantes, las he interiorizado y las he convertido en mi credo. He vivido a través de los demás historias sin fin de alegrías y tristezas, de tormentas y amaneceres.
De las cosas que he sentido las más fuertes han sido polos opuestos: infinita alegría e insufrible dolor. Mi cuerpo es un ente plagado de sensaciones sin sentido, de música sin notas, de letras desordenadas.
De las cosas que he amado todas me han enseñado algo, de todas he disfrutado y todas me han llenado de vida.
De las cosas que he escrito, las más profundas las llevo en mi mente y en mi corazón, de tal manera que sean mías para siempre y poder así ser libre en un mundo plagado de cadenas.
De las cosas que...

Night

Ellas siempre están ahí, aunque no siempre las podamos ver. Nos miran desde arriba, nos protegen. Brillan más que nada pues son la luz de la inmensa oscuridad del universo. Nos guían en muchas ocasiones, y en otras, simplemente nos hipnotizan con su infinita magia blanca. Ellas siempre nos miran, y realmente pocos de nosotros les devolvemos las miradas.
Yo siempre seguiré subiendo al tejado a mirarlas, a apreciar su belleza. Me han dado la solución a muchos de mis problemas. He tenido paciencia para descifrar lo que me querían decir, y ha dado su fruto. 
Creo que a veces no sabemos apreciar esos pequeños detalles que nos brinda la naturaleza; no intentamos sentirnos en armonía con ella, y eso es una de las grandes pérdidas de la humanidad con el paso de los siglos.
Sin embargo, mientras siga habiendo personas, como yo, que les devuelvan las miradas, ellas seguirán brillando.

Héroes y superpoderes

Seguramente, la mayoría de las personas han deseado tener un superpoder en algún momento de su vida: volar, teletransportarse, leer mentes, ser telequinético.
En nuestro mundo no existen los superhéroes tal y como nos lo cuentan en el cine. No te engañes, nunca vas a hacer algo tan heróico como salvar a la humanidad, o simplemente salvarle la vida a un amigo. No vas a volar, no vas a teletransportarte. No vas a ser ese tipo de héroe.
Sin embargo, yo creo que hay personas que actúan como héroes sin necesidad de tener superpoderes. Alguien me dijo que cuando la vida te pone a prueba y te pone contra las cuerdas pueden pasar dos cosas, que son polos opuestos: superar las adversidades y salir reforzado o simplemente rendirte y tirar tu vida a la basura. 
Para mí, una persona que supera sus miedos, sus fantasmas, es un verdadero héroe. Sobrevivir a los puñales que te lanza la vida y levantarte cada mañana con una sonrisa en la cara, tener ganas de todo, regalar vida y energía, eso es ser un héroe...ellos son los héroes de nuestro mundo.

Éxito

¿Alguna vez os habéis preguntado cuál es la razón de nuestra existencia? Yo creo que hay dos formas de vivir la vida: una vida centrada en uno mismo o una vida dedicada a los demás.
A pesar de los golpes que me he llevado por el camino, sigo pensando que elegir la segunda opción ha sido una buena decisión.
¿Qué es la felicidad? Estudiar una carrera, tener un buen trabajo, una buena casa y un buen coche está muy bien, pero eso no te da la felicidad. Una amiga me dijo que al final, lo que queda son las personas.
Tener éxito significa levantarse cada mañana con ganas de compartir, con ganas de arrancarle sonrisas a la gente. Tener éxito es acostarse habiendo aprendido una nueva lección. Tener éxito en la vida es sentirse en armonía con alguien tan solo con una mirada...sentir.
Una vida dedicada a uno mismo no es real, ya que, la felicidad solo existe si es compartida.

En el patio de mi edificio hay un balón de baloncesto. Lleva ahí varios días, desafiándome, aguantando bajo la lluvia, aguantando el frió de este Abril. Lo veo todos los días, y todos me dan ganas de cogerlo y jugar con el un rato; pero no lo hago...no es mi balón.
A veces me entra la nostalgia; a veces echo de menos mi deporte. Sí, ese que tanto me ha dado durante trece años de mi vida. No solo me ha hecho crecer como jugadora, sino como persona. Me ha enseñado lo que es el compromiso, la dedicación, la ilusión. Me ha hecho reír, me ha hecho llorar; incluso a veces me ha hecho sufrir. Me he desesperado muchas veces; he gritado y he tirado banquillos, he dado patadas a botellas que no tenían la culpa de nada...pero en el fondo, me gustaba esa sensación de sentir los latidos de mi corazón, de notar mi respiración acelerada, entrecortada y de sentir el sudor caliente en mi frente. 
Quizás juegue con ese balón un rato.

Futuro

Futuro. Por mucho que digamos que no, todos pensamos en él. Es lo normal. Vivir el momento, el Carpe Diem, está muy bien, pero a veces necesitamos saber qué será de nosotros el día de mañana.

Nuestro futuro, en gran medida, viene un poco determinado por las decisiones que tomamos en el presente. Ya he hablando anteriormente del conocido "Efecto mariposa". Sin embargo, hay ocasiones en las que nuestro futuro no depende de nuestras decisiones, sino de las de otras personas; personas, incluso, que no tienen nada que ver con nosotros. 

Es algo curioso, muy típico de la vida. Cuando esto sucede, podemos plantearnos que quizás existe el destino, que igual nuestro futuro ya está escrito.

Pensándolo bien, no me preocupa que mi futuro esté en manos del destino, ya que, él ha hecho que muchas veces yo estuviera en el lugar adecuado en el momento adecuado, y he salido ganando. Simplemente, a veces las cosas ocurren porque tienen que ocurrir.

Vive, siente, escribe.

Palabras. Dulces y dolorosas palabras. Ellas están ahí las 24 horas del día. Nos ayudan a transmitir lo que pensamos, lo que sentimos. ¿Qué sería de nuestra vida sin ellas? 

Escribir es un arte, como lo es la música o la pintura. Escribir, a veces es una necesidad, un impulso innato. Las personas que escriben es porque sienten, y las personas que sienten, es por que viven. 

Vivir, sentir, escribir. Quizás sea una de las leyes que rigen mi vida. 

Ventanas

La vida está llena de posibilidades. En cada instante, tenemos cientos de caminos que seguir, miles de puertas que abrir. 

A veces las cosas terminan; sí, es otra de las curiosidades de la vida, que casi nada dura para siempre. 

Lo peor de todo, es darte cuenta del momento exacto en el que algo se acaba: una canción, un sentimiento, una amistad, una relación. En ese preciso instante se para el mundo y una voz te dice "Se ha acabado, no mires atrás, solamente mira hacia lo que viene ahora".

A mi, en concreto, me ha pasado varias veces...y sientes frustración, odio, ira, dolor de saber que algo se está acabando en ese instante.

Alguien me dijo que la vida te quita unas cosas y te da otras, que cuando se cierra una ventana, se abre otra nueva. Estamos acostumbrados a mirar desde la misma ventana siempre, pero cuando ésta se cierra y se abre la otra, a veces nos sorprendemos de lo que podemos llegar a aprender de esas vistas...a veces las vistas son maravillosas.

Come on up for the rising.

Después de unas cuatro horas de espera, empezó a sonar una melodía conocida para los Gallegos: A Rianxeira. El público empezó a gritar su nombre, deseando que saliera al escenario a deleitarnos con su música. Cuando se dejó ver encima del escenario 40.000 personas comenzaron a aplaudir, ilusionadas. Yo entre ellas, no podía creerme que tuviera a mi ídolo delante de mi. 
Cuando hizo sonar su música, acompañado de su increíble banda, se me puso la piel de gallina, mis ojos se humedecieron. Allí estaba yo, entre esa multitud, gritando y saltando, disfrutando de cada nota, de cada palabra que salía de su boca. Fueron tres horas y media de espectáculo, de buena música, de vida.
Ya han pasado casi tres años, pero cuando recuerdo esa noche, todavía puedo sentir la música de BRUCE SPRINGSTEEN en mi interior, todavía se me estremece todo el cuerpo.
Hay ciertas cosas que nunca se olvidan.