martes, 5 de junio de 2012

Despedidas

Ya he hablado muchas veces de los cambios, de lo malo que es acostumbrarse a algo, ya que algún día cambiará y si estamos demasiado aferrados a ello, no sabremos afrontarlo.
Esta vez quiero hablar de los cambios temporales, en concreto, del paso de la proximidad a la lejanía. A veces nos acostumbramos a tener ciertas cosas al alcance de nuestras manos, a poder tenerlas a nuestro lado las 24 horas del día. A veces nos acostumbramos a la presencia de ciertas personas, a que sean nuestro día a día, a compartirlo con ellas todo.
Llega un momento en el que te tienes que separar de esas personas. Siempre he odiado las despedidas, siempre he odiado echar de menos. Esa sensación de querer estar con alguien y que cientos de kilómetros te separen de ella, es de las mayores impotencias del mundo.
Yo le doy mucha importancia a las despedidas, hay personas que incluso creen que es mejor no despedirse, que se ahorran ese mal trago. Sin embargo, una despedida es un momento en el que confluyen infinidad de sentimientos, de emociones. Una despedida no puede ser mejor si está marcada por un abrazo enorme y sincero y por una mirada cómplice. 
Hay despedidas que marcan, que te sirven para seguir sintiendo a esas personas cerca.
Ahora solo toca esperar a que la distancia física vuelva a desaparecer. Quizás sean meses de echar de menos, quizás sea duro...Sin embargo, hay personas que siempre estarán conmigo por muy lejos que se marchen, siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario